Ensayos con todo

Foto con gafas.

A partir del ensayo llamado antepiano y siguientes: pregeneral, general y funciones, las representaciones son con vestuario y atrezzo.
Esto implica también maquillaje, lo que hace que nos citen como en la cita previa de los centros de salud: cada cuarto de hora, ya que hay un sólo maquillador. Me maquillan toda la cabeza, incluida la calva, que siempre voy a llevar cubierta. Me recorto la barba al mínimo, y con el maquillaje no se nota.
A continuación hay que vestirse de cardenal. Con la ayuda de dos técnicos de vestuario que hay en el camerino, aprendo a vestirme con todos los aditamentos, incluido el sayón de penitente y su capirote encima del de cardenal.
En el pasillo de los camerinos, hay una amalgama de personajes anacrónicos. Es la hora de las fotos. Todos nos hacemos fotos en solitario, en grupo o simulando situaciones escabrosas.

Los ensayos son de verdad. Después de dejar la carroza, tengo que quitarme el disfraz de penitente (sandalias, sayón y capirote) y ponerme unos calcetines blancos, los zapatos, los guantes y el sombrero de cardenal (picador). Las primeras veces tardo mucho con la maniobra debido a mi torpeza y falta de equilibrio al tener que hacerlo de pié y a la pata coja. Por fin convenzo a los de vestuario para que me proporcionen una silla y poder hacerlo más cómodo. Gracias a todos desde aquí.

El ensayo general es sin público.

Durante las funciones, no siento nada especial por haber público en la sala, ya que mi permanencia en el escenario es tan reducida, que no tengo ocasión de mirar al tendido.

Un vídeo del ensayo general: